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Diarios de damas de la corte Heian

Tras ya no sé cúanto tiempo, acabo de terminar la lectura del libro que da título a esta entrada.  Se trata de una recopilación de «diarios» escritos por cortesanas japonesas por ahí por el año 1000.  O sea, que nuevos no son.  Y para mi (dis)gusto, se nota bastante. Aunque no son diarios cronológicos exactos día por día, describen la cotidianidad de las damas de ese entonces en esas latitudes:  emocionarse con la vista de la luna entre la bruma,  sollozar porque el cerezo pierde las flores, o repetir mantras para ahuyentar a los malos espíritus durante el alumbramiento del vástago de su «excelencia el excelso emperador divino y celestial». Bueno, exagero un poco, pero esa es la idea. Lo que pasa es que al tratarse de una traducción que intenta darnos a entender un mundo concebido en otro tiempo y en una cultura tan disímil a la nuestra, resulta muy difícil que salga natural. Muchas veces resulta forzado, para mi gusto. Disculpen la baja calidad de la foto

Si bien abundan las notas al pie, algunas más justificables que otras, el principal problema es el contenido mismo: no pasa mucho que digamos. Mucho poema, mucho amor, desamor, rencor, etc., pero todo descrito de una manera que a mí me resultó algo soporífera. (Por eso me demoré tanto).  De todas formas, es probablemente el precio a pagar para poder acceder a estas obras, ya que el japonés del año mil es «un poco más difícil» de leer que el actual. (Ironía, ya que es prácticamente otro idioma). Asimismo, son una herramienta para conocer cómo era la vida en el Japón y especular  sobre su relación con la idiosincrasia nipona actual.

Además, aunque se trata de una traducción indirecta hay que reconocer que son pocas las veces en que se nota de manera muy evidente («nos sentíamos embarazadas», donde probablemente el inglés diría embarrased). De todas formas, el trabajo de documentación del traductor, que presumiblemente no sabe japonés, resulta más que destacable.

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Los peligros de la traducción indirecta (2a parte)

Ya, como sé que pasaron una semana intrigados por saber en que queda lo de la traducción indirecta, seguimos de inmediato:

En la traducción al español de una colección de ensayos titulada “Gestualidad japonesa”, de Michitaro Tada, nos encontramos con un caso parecido. El título del primer ensayo reza:
Monomane I                     Hacer mímica I.
Para cualquier lector atento al contenido ensayo correspondiente surgirá entonces una gran duda:

¿Por qué se titula hacer mímica, cuando no se habla de la mímica, sino más bien de la imitación?

En castellano, según la famosa Academia, mímica es la «expresión de pensamientos, sentimientos o acciones por medio de gestos o ademanes». Como cuando jugamos a adivinar películas.

Por otro lado, en japonés,  monomane (物真似) es la «imitación de actitudes y gestos de otras personas o animales» (según el famoso diccionario 広辞苑, equivalente para bien y para mal, en muchos aspectos a nuestro DRAE), se traduce al inglés como “mimicry”, que quiere decir, precisamente, imitación.

Desafortunadamente para las traductoras, se parece al español “mímica”, con la cual si bien la relación semántica es evidente, probablemente con un origen común, el significado de  ambas es bastante diferente.

Entonces, sumando la entrada pasada con la de hoy en unas buenas traducciones directas del japonés no tendríamos ni primavera ni mímica, sino manantial e imitación.

Nada peligroso en realidad, pero nunca se sabe.

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Los peligros de la traducción indirecta (1a parte)

La traducción indirecta es aquella que se realiza entre dos lenguas, usando a otra como intermediario. Por ejemplo, traducir del japonés al inglés y de éste al español. Si bien puede ser de gran utilidad en el caso de lenguas minoritarias, con nulo contacto entre ellas u otras circunstancias, también suele ser un mecanismo utilizado para abaratar los costos de traducción. Por ejemplo, un fabricante japonés de calculadoras escribe su manual en japonés. Lo manda a traducir al inglés y del inglés se traduce al español, al francés, etc. Así, se paga mucho menos por la traducción del inglés al español, donde hay mucha oferta, que por una traducción directa del japonés, donde hay menos oferta y por lo tanto es mucho más caro.

¿Y qué tiene de malo, si son las reglas del mercado?

Que existen ciertos peligros:

1. Si se produce un error en la traducción al inglés, dicho error se reflejará también en los otros idiomas.

2. Es muy probable que se produzcan distorsiones de sentido.

En sus “Reflexiones sobre la traducción de literatura japonesa al castellano” [PDF} Montse Watkins menciona un caso muy claro: En la obra original se habla de “el sonido del manantial”, (泉の音) que en inglés, se traduce correctamente como spring. Entonces resulta que spring, en inglés, es homófono de “primavera”, por lo que el traductor al español la frase se convirtió en “el rumor primaveral”. Acompañado del canto de las cigarras, que es un símbolo del verano nipón por antonomasia, este rumor primaveral produce una contradicción:

Original:

宇 治の大納言隆国「やれ、やれ、昼寝の夢が覚めてみれば、今日はまた一段と暑いようじゃ。あの松が枝の藤の花さえ、ゆさりとさせるほどの風も吹かぬ。いつも は涼しゅう聞こえる泉の音も、どうやら油蝉の声にまぎれて、かえって暑苦しゅうなってしまうた。どれ、また童部たちにあおいででももらおか[1]。

Traducción al inglés

“Lord bless me!” said Uji dainagon Takakuni. “Awaking in a dream from my nap, I feel it’s specially hot today. Not a breath of wind blows to shake even the wisteria flowers hanging from the pine branch. The murmuring of the spring, which any other times makes me feel cool, is nearly drowned out by the singing of the cicadas, and seems only to add to the sultry heat. Now I will have the servant boys fan me”[2]

Traducción del inglés al castellano

“¡Alabado sea el señor!” dijo Uji Dainagon Takakuni. “me levanto durante el sopor de la siesta y veo que hoy hace un calor excesivo. No corre una gota de viento ni se mecen siquiera las flores de vistaria que cuelgan de la rama del pino. El canto de las cigarras ahoga casi por completo el rumor primaveral, que en otras ocasiones me refresca, aumentando a todas las luces el bochorno. Haré que los donceles me abaniquen”[3]

Traducción del japonés al castellano

– “¡Aaah…! al despertar de la siesta parece que hoy también hace un calor insoportable- dijo Uji Takakuni- ni siquiera sopla una brisa que haga oscilar las flores del glicino enredado en la rama del pino. Incluso el sonido del manantial, que siempre me refresca mezclado con el canto de las cigarras, parece, al contrario, aumentar el horrible bochorno. Bueno, bueno, haré que los mozos me abaniquen”[4]

De todas formas, hay que reconocer que es poco probable que un lector hispanohablante no familiarizado con la simbología estacional japonesa se diera cuenta del error. Sin embargo, eso no nos libra de la fidelidad debida al autor original.

Un poquito más sobre esto la próxima semana…¡paciencia!


[1]芥川龍之介、『地獄変・偸盗』

[2]Rashomon and other stories, by Ryunosuke Akutagawa, trad Takashi Kojima, Tuttle, Tokio, 1996.

[3]Ryunosuke Akutagawa, Rashomon y otros cuentos. Trad. Indirecta de José Kozer, libros de los malos tiempos, Miraguano, Madrid, 1987

[4]Traducción de Montse Watkins.

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