Tras ya no sé cúanto tiempo, acabo de terminar la lectura del libro que da título a esta entrada. Se trata de una recopilación de «diarios» escritos por cortesanas japonesas por ahí por el año 1000. O sea, que nuevos no son. Y para mi (dis)gusto, se nota bastante. Aunque no son diarios cronológicos exactos día por día, describen la cotidianidad de las damas de ese entonces en esas latitudes: emocionarse con la vista de la luna entre la bruma, sollozar porque el cerezo pierde las flores, o repetir mantras para ahuyentar a los malos espíritus durante el alumbramiento del vástago de su «excelencia el excelso emperador divino y celestial». Bueno, exagero un poco, pero esa es la idea. Lo que pasa es que al tratarse de una traducción que intenta darnos a entender un mundo concebido en otro tiempo y en una cultura tan disímil a la nuestra, resulta muy difícil que salga natural. Muchas veces resulta forzado, para mi gusto.
Si bien abundan las notas al pie, algunas más justificables que otras, el principal problema es el contenido mismo: no pasa mucho que digamos. Mucho poema, mucho amor, desamor, rencor, etc., pero todo descrito de una manera que a mí me resultó algo soporífera. (Por eso me demoré tanto). De todas formas, es probablemente el precio a pagar para poder acceder a estas obras, ya que el japonés del año mil es «un poco más difícil» de leer que el actual. (Ironía, ya que es prácticamente otro idioma). Asimismo, son una herramienta para conocer cómo era la vida en el Japón y especular sobre su relación con la idiosincrasia nipona actual.
Además, aunque se trata de una traducción indirecta hay que reconocer que son pocas las veces en que se nota de manera muy evidente («nos sentíamos embarazadas», donde probablemente el inglés diría embarrased). De todas formas, el trabajo de documentación del traductor, que presumiblemente no sabe japonés, resulta más que destacable.